domingo, 25 de marzo de 2012

En México se esconden aún los jacobinos pese a que somos un estado laico



¿Estado laico o jacobino?



CREDITO: 
Rubén Aguilar Valenzuela 
Los diputados aprobaron añadir al Artículo 40 de la Constitución la palabra “laica” como otra de las características de la nación. Es una decisión que no admite desacuerdo y requiere ahora de la aprobación del Senado y de los congresos locales. La realidad, con todo, es que a partir del fin de la etapa armada de la Revolución no se ha vivido un Estado laico y sí en mucho uno jacobino.

Es tiempo que se viva la laicidad que algunos políticos e incluso académicos confunden con el jacobinismo y otros, los menos, con el ateísmo. Esto implica, ha sucedido, que el Estado asuma un tipo de “religiosidad” como ocurrió en los países del socialismo real, cierto que con distintos niveles de intensidad.

El Estado laico exige que él no profese religión alguna para dar lugar a que todas puedan expresarse en igualdad de circunstancias; de este derecho no sólo gozan los ciudadanos, sino también las iglesias. Se garantiza así la libertad de creer o no creer y también de religión y culto. 

La existencia del Estado laico evita, no todos sus defensores lo tienen claro, ser antirreligioso. Todo tipo de intolerancia conduce al totalitarismo. Cuando el Estado o un grupo de sus ciudadanos e instituciones quieren imponer a los demás sus posiciones, se violenta, sin más, la libertad. 

La democracia y el respeto a pensar y creer son una misma cosa. No hay democracia sin la libertad de creencias, de religión y culto. El pensar como se quiera, siempre en el marco de la ley, es un derecho irrenunciable. El Estado laico, es su obligación, garantiza la inclusión de todos sin importar sus creencias y credo.

La laicidad es la garantía de la libertad de las instituciones del Estado frente a cualquier norma religiosa. Es la mejor forma de garantizar “dar a Dios y al César” lo que a cada uno corresponde. El Estado laico, por lo mismo, jamás debe perseguir a alguien por sus creencias.

Nadie, pienso, puede estar en desacuerdo con las ideas anteriores. En nuestra tradición hay, con todo, políticos, académicos y sectores de la ciudadanía, los menos, que quisieran, así malentienden la laicidad, que las iglesias no se pronuncien e incluso que no existieran.

Las iglesias, es garantía del Estado laico, tienen derecho, como las otras instituciones, a exponer sus ideas y concepción del mundo. Misma que no pueden imponer a nadie y sus miembros ya sabrán si les hacen o no caso.

Cuando las iglesias fijan su posición ponen en juego su prestigio y credibilidad. La mayoría de las veces exponen ideas conservadoras que no tienen acogida en la ciudadanía y se alejan de la misma.

El Estado laico hay que defenderlo de los que quieren imponer la religión, pero también de quienes pretenden que éste asuma una postura antirreligiosa. Ni una ni otra y sí el respeto absoluto a las creencias de todos.

A la laicicidad hay que defenderla de quien quiere imponer la religión; también de quien busca una postura antirreligiosa.



  
No hubo equilibrio laico, dice Masferrer


En la visita a México del Papa Benedicto XVI, la iglesia tuvo a la esfera política, funcionarios y candidatos, de rodillas como si fuesen sus súbditos. ¿En dónde queda el Estado laico?, cuestionaron especialistas en religiones.

El investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Elio Masferrer, explicó que la teoría mexicana sobre el Estado laico establece que el Mandatario puede tener la ideología religiosa que prefiera, sin embargo, no puede hacer pública su preferencia pues debe mantener equilibrio.

Por eso la imagen del presidente Felipe Calderón comulgando causa polémica en cuanto a la separación Estado- Iglesia. “La iglesia tiene a todo el mundo: políticos, candidatos; a todo el mundo lo tiene de rodillas como si fueran sus súbditos”.

El experto en sociología de las instituciones e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Fernando M. González, explicó que la figura del Papa tiene estatus de jefe del Estado Vaticano y líder de los católicos. “Un doble papel que es muy difícil de dividir”.

Que los aspirantes y políticos asistan a misa por respeto a la religión y las preferencias de una comunidad creyente, no debería significar hacerlo de manera pública cuando el representante del Estado Vaticano funge como líder religioso.



El abanderado del PRI a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, quien acudió a la celebración litúrgica en Guanajuato, afirmó que un Estado laico no es antirreligioso.

Cuestionado si comulgaría como Felipe Calderón, el político mexiquense recordó que su fe es la católica. “En el caso personal y ante una responsabilidad pública como a la que aspiro, pues evidentemente, como lo he hecho en el pasado, observaré y habré de profesar mi fe de manera muy íntima y privada”.

Fernando M. González recordó que en 1991, el priísta de Manlio Fabio Beltrones hizo campaña política en San Luis Río Colorado, Sonora, empleando calendarios del Sagrado Corazón de Jesús.

Otro momento histórico que marcó un cambio en la relación Iglesia y Estado fue cuando el expresidente Carlos Salinas de Gortari invitó a los Obispos a su toma de posesión.

En otro momento, el presidente Vicente Fox se mostró públicamente como católico antes que como Jefe de Estado cuando besó la mano de Juan Pablo II.



“NO HAY VÍCTIMAS BUENAS Y MALAS” 

El Papa se reunió sólo con ocho familias de víctimas de la violencia en México, un grupo “muy reducido” a decir del experto en sociología de las instituciones e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Fernando M. González. Y los elegidos -sin subestimar sus desgracias- no son personas “incómodas” para el Estado Mexicano.

Otras víctimas, como las que son lideradas por Javier Sicilia, son mucho más cuestionantes para el presidente de la República y poco controlables, por ello no fueron consideradas para este encuentro.

Por otro lado, las víctimas directamente implicadas con la institución eclesiástica no fueron recibidas por el líder de la Iglesia Católica Romana. La justificación del Episcopado Mexicano fue la ausencia de petición por parte de los afectados, "como si tuvieran que pedir al Soberano cita".


El también coautor del libro “La voluntad de no Saber”, criticó que el Vaticano continúa negando casos como el del padre Marcial Maciel, fundador de los legionarios de Cristo y presunto violador de cientos de niños, cuando existen documentos que avalan el conocimiento de las prácticas ilícitas de este religioso como los 212 que se exponen en esta publicación.

Por otro lado, el profesor investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Elio Masferrer señaló que el recibir víctimas de violencia y descartar a las víctimas de abusos sexuales hace una equívoca distinción entre los afectados ¿Hay víctimas buenas y malas? Cuestionó el experto en religiones.


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