jueves, 7 de junio de 2012

Y por qué las mulas en el Jueves de Corpus Christi


07-06-12 |  SOCIEDAD 

Y por qué las mulas

en el Jueves 

de Corpus Christi




mexico df mexico
Foto por: José Lira


Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. De este popular refrán, hoy vamos a quedarnos con el Corpus, una fiesta creada para celebrar la Eucaristía y afianzar ese Santísimo Sacramento que representa la Última Cena y que no se puede hacer en Semana Santa porque ésta debe ser una época de recogimiento, penitencia y reflexión. El Corpus se basa en la tradición católica del milagro de Bolsena (Italia), cuando un sacerdote que oficiaba la misa vio brotar sangre al partir la Sagrada Forma. Corría el año 1263 y unos meses más tarde el papa Urbano IV instituyó la celebración a través de la bula Transiturus hoc mundo. En el trasfondo de todo esto estaban las dudas sobre la doctrina de que la hostia consagrada pudiera identificarse literal y físicamente con el cuerpo y la sangre de Cristo más allá de la metáfora.
Se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección con procesiones en las que se exhibe una hostia dentro de una custodia, pero cada lugar ha ido desarrollando festejos complementarios, siendo uno de los más curiosos el que se da en México el jueves 23 de junio, con el Día de las Mulas. El origen de estos fastos se remonta a 1526, un lustro después de que los conquistadores españoles tomaran la capital azteca, Tenochtitlán, que había quedado prácticamente destruida entre las batallas y la posterior demolición de los templos donde se hacían los sacrificios humanos. En el lugar que éstos ocupaban se halla hoy la plaza del Zócalo, donde se erigió la Catedral Metropolitana, desde cuya puerta salían las procesiones.








Los españoles llevaron a América las mulas, resultantes del cruce de caballo y burro, con el tamaño del primero y la resistencia del segundo. Pronto se generalizaron entre las gentes del campo que las usaban tanto para las tareas agrícolas como para transportar sus mercancías a la ciudad. En concreto, la semana del Corpus llegaban hasta la catedral para lo que se llamaba las primicias, es decir, la ofrenda a Dios de los primeros productos recolectados. La ingente cantidad de estos animales que se congregaban así en la plaza terminó por dar nombre a la jornada.






Hay otras leyendas al respecto, como aquella en la que San Antonio de Padua consiguió que una mula se arrodillara al paso de una procesión para derrotar moralmente a un ateo o una versión derivada de ésta que hay en Puebla, según la cual sólo una mula fue los suficientemente humilde para arrodillarse ante la custodia. En cualquier caso estos équidos se han convertido en los protagonistas y la gente lo celebra actualmente fabricando pequeñas mulitas con hojas de maíz, barro o madera que pintan de colores y adornan con tiras de papel, diamantina blanca espolvoreada, rellenando su alforjas con dulces y frutos secos. 






 Estos muñecos se regalan (especialmente a los llamados Manuel o Manuela) o se utilizan para decorar altares, balcones, coches, etc. Luego cada localidad aporta sus variaciones: así, en Puebla también se regalan panzones (figurillas orondas) mientras que en Ciudad de México es típico vestir a los niños de campesinos, con traje folklórico que consta de camisa de vivos colores y un sombrero de paja para los chicos y falda polícroma y trenzas para las chicas.



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