El gordo y el flaco
Russell Crowe y Guy Pearce, príncipe y mendigo.
Fotos: ©GTRESONLINE
Por Alberto Moreno
A raíz del estreno de 'Pánico nuclear' hubo una parte (provocadora) de la crítica especializada que sostuvo que Ben Affleck era el bueno del dúo Affleck-Damon. Las razones esgrimidas: que era más guapo, más alto, mejor guionista y mejor (¡ja!) actor. Aquello fue subjetividad 'trendy' elevada a una de las bellas artes.
Con toda la carrera como actor del ex de J.Lo a la altura del fango y Damon dos veces nominado al Óscar ('El indomable Will Hunting' e 'Invictus'), aquella corriente provocadora se convirtió falacia y sólo su posterior boda con la maravillosa Jennifer Garner y su exitoso paso a la dirección consiguió devolver el orgullo a Affleck.
También en 1997, año en que se estrenó 'El indomable Will Hunting' y que supuso la consagración de la dupla de Boston, coincidieron en un mismo póster (el de 'L.A. Confidential') otro par de tipos que en este caso nunca fueron catalogados de amigos: Russell Crowe y Guy Pearce ejerciendo de poli rudo y algo corrupto y de poli ortodoxo y 'classy' pero un poco trepa, respectivamente.
Con la etiqueta de neozelandeses los dos (pese a que Pearce lo era solo por ascendencia paterna) pusieron las islas de moda tomando el relevo de Mel Gibson y antecediendo al salvaje Hugh Hackman. Suponían ambos dos nuevos proyectos de superestrellas de importación que dieron buena cuenta del ojo como cazador de talentos del director Curtis Hanson.
Y aquí es donde comienza la historia de dos carreras disjuntas que convergen guadianicamente en la cartelera, pero con sendas aproximaciones a la filosofía de mercado radicalmente diferentes.
Mientras que Crowe fue catalogado como macho cabrío zurrador con olor a Agua Brava (un Bardem con acento australian para que nos entendamos), Pearce se quedó sin etiqueta. Y a la vez que al primero comenzaron a lloverle ofertas comerciales en proyectos prestigiosos y taquilleros, Pearce, quizá más inclasificable por su gesto grave y algo enfermizo (su piel facial apenas disimula la calavera que recubre), emprendió un extraño peregrinaje también por producciones bien consideradas, pero absolutamente underground. Los únicos flirteos que se le han conocido con la industria hasta ahora han sido 'The Road' (reeditando colaboración con John Hillcoat después de que ambos se conocieran en la marginal 'The Proposition') y en la oscarizada 'En tierra hostil' (pese a que cuando su involucró en su producción nadie daba un duro por ella).
Quizá Crowe tuvo la suerte de encontrarse nada más desembarcar en La Meca del Cine con un proyecto como 'El dilema', de Michael Mann, en el que pudo dar rienda suelta a su gusto natural por la comida basura para subir 20 kilos (cosa que gusta mucho a la Academia), con la consiguiente nominación por los esfuerzos prestados. Ello hizo que Ron Howard y Ridley Scott le echaran pusieran el ojo encima y ya nunca más le hiciera falta caer bien a otros. Con Meg Ryan robada de los brazos de Dennis Quaid en 'Prueba de vida' y un papel contundente en cada cosecha fue capaz de hacerse con el trono indiscutido en la categoría de mastodonte intenso (Brando viene a la cabeza). Era la 'big thing' de comienzos de la década pasada.
'Los próximos tres días' (Paul Haggis, 2010)
Ahora, exento de todo 'sex appeal' pero bien posicionado como tótem, se limita a insultar a la prensa y al sector servicios manejando un aura de uraño antipático que también tiene su punto. Quedan apenas un par de semanas para que estrene en nuestro país el nuevo título de Paul Haggis ('Crash'), un thriller judicial en el que lucirá papada y gallardía para intentar sacar de la cárcel a su mujer, la ¿injustamente? acusada Elizabeth Banks, con posible nueva nominación a todos los premios del mundo. (Estreno 3 de diciembre).
'Animal Kingdom' (David Michôd, 2010)
De manera más desapercibida llegará a nuestras salas el que ya ha sido catalogado como fenómeno 'indie' de la temporada, ‘Animal Kingdom’, ganadora en el pasado Sundance y plato estrella del Festival de Cine de Gijón que echa a rodar este fin de semana. En ella Guy Pearce interpreta a un policía honrado que pierde el sueño intentando apresar a la banda de hermanos delincuentes protagonista del film. Luce bigotillo demodé y tiene pinta de 'pobrehombre', un adjetivo contracto de novo mucho más compasivo que el simple 'pobre hombre'. Para que os hagáis una idea, recuerda absolutamente al comisionado Jim Gordon (Gary Oldman) del 'reboot' de Batman (¿Qué tendrán los bigotes anchos que dan sensación de candidez?).
A la espera de que podáis paladear ambas cintas (la que todo el mundo verá y podréis comentar en masa y la que debéis ver para haceros los interesantes), nosotros nos quedamos con el flaco Guy. No haremos como aquellos que se subieron al carro de Affleck solo por provocar diciendo que es mejor que Crowe, pero sí que os lo recomendamos como modelo de coherencia artística y talento interpretativo.
Con toda la carrera como actor del ex de J.Lo a la altura del fango y Damon dos veces nominado al Óscar ('El indomable Will Hunting' e 'Invictus'), aquella corriente provocadora se convirtió falacia y sólo su posterior boda con la maravillosa Jennifer Garner y su exitoso paso a la dirección consiguió devolver el orgullo a Affleck.
También en 1997, año en que se estrenó 'El indomable Will Hunting' y que supuso la consagración de la dupla de Boston, coincidieron en un mismo póster (el de 'L.A. Confidential') otro par de tipos que en este caso nunca fueron catalogados de amigos: Russell Crowe y Guy Pearce ejerciendo de poli rudo y algo corrupto y de poli ortodoxo y 'classy' pero un poco trepa, respectivamente.
Con la etiqueta de neozelandeses los dos (pese a que Pearce lo era solo por ascendencia paterna) pusieron las islas de moda tomando el relevo de Mel Gibson y antecediendo al salvaje Hugh Hackman. Suponían ambos dos nuevos proyectos de superestrellas de importación que dieron buena cuenta del ojo como cazador de talentos del director Curtis Hanson.
Y aquí es donde comienza la historia de dos carreras disjuntas que convergen guadianicamente en la cartelera, pero con sendas aproximaciones a la filosofía de mercado radicalmente diferentes.
Mientras que Crowe fue catalogado como macho cabrío zurrador con olor a Agua Brava (un Bardem con acento australian para que nos entendamos), Pearce se quedó sin etiqueta. Y a la vez que al primero comenzaron a lloverle ofertas comerciales en proyectos prestigiosos y taquilleros, Pearce, quizá más inclasificable por su gesto grave y algo enfermizo (su piel facial apenas disimula la calavera que recubre), emprendió un extraño peregrinaje también por producciones bien consideradas, pero absolutamente underground. Los únicos flirteos que se le han conocido con la industria hasta ahora han sido 'The Road' (reeditando colaboración con John Hillcoat después de que ambos se conocieran en la marginal 'The Proposition') y en la oscarizada 'En tierra hostil' (pese a que cuando su involucró en su producción nadie daba un duro por ella).
Quizá Crowe tuvo la suerte de encontrarse nada más desembarcar en La Meca del Cine con un proyecto como 'El dilema', de Michael Mann, en el que pudo dar rienda suelta a su gusto natural por la comida basura para subir 20 kilos (cosa que gusta mucho a la Academia), con la consiguiente nominación por los esfuerzos prestados. Ello hizo que Ron Howard y Ridley Scott le echaran pusieran el ojo encima y ya nunca más le hiciera falta caer bien a otros. Con Meg Ryan robada de los brazos de Dennis Quaid en 'Prueba de vida' y un papel contundente en cada cosecha fue capaz de hacerse con el trono indiscutido en la categoría de mastodonte intenso (Brando viene a la cabeza). Era la 'big thing' de comienzos de la década pasada.
'Los próximos tres días' (Paul Haggis, 2010)
Ahora, exento de todo 'sex appeal' pero bien posicionado como tótem, se limita a insultar a la prensa y al sector servicios manejando un aura de uraño antipático que también tiene su punto. Quedan apenas un par de semanas para que estrene en nuestro país el nuevo título de Paul Haggis ('Crash'), un thriller judicial en el que lucirá papada y gallardía para intentar sacar de la cárcel a su mujer, la ¿injustamente? acusada Elizabeth Banks, con posible nueva nominación a todos los premios del mundo. (Estreno 3 de diciembre).
'Animal Kingdom' (David Michôd, 2010)
De manera más desapercibida llegará a nuestras salas el que ya ha sido catalogado como fenómeno 'indie' de la temporada, ‘Animal Kingdom’, ganadora en el pasado Sundance y plato estrella del Festival de Cine de Gijón que echa a rodar este fin de semana. En ella Guy Pearce interpreta a un policía honrado que pierde el sueño intentando apresar a la banda de hermanos delincuentes protagonista del film. Luce bigotillo demodé y tiene pinta de 'pobrehombre', un adjetivo contracto de novo mucho más compasivo que el simple 'pobre hombre'. Para que os hagáis una idea, recuerda absolutamente al comisionado Jim Gordon (Gary Oldman) del 'reboot' de Batman (¿Qué tendrán los bigotes anchos que dan sensación de candidez?).
A la espera de que podáis paladear ambas cintas (la que todo el mundo verá y podréis comentar en masa y la que debéis ver para haceros los interesantes), nosotros nos quedamos con el flaco Guy. No haremos como aquellos que se subieron al carro de Affleck solo por provocar diciendo que es mejor que Crowe, pero sí que os lo recomendamos como modelo de coherencia artística y talento interpretativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario