Foto: Luis Carbayo/ Cuartoscuro
La disputa por la estratégica zona del oriente de la Ciudad de México se recrudece. El número de ejecuciones perpetradas en esta región llegó a las 226 en los últimos 12 meses: el control de plazas como Nezahualcóyotl, Ecatepec, Atizapán y Chalco es determinante para el negocio del narcomenudeo, el trasiego y el almacenamiento de drogas y las posibles operaciones de narcotráfico realizadas en el aeropuerto de la Ciudad de México.
Para las autoridades federales son cuatro las organizaciones criminales que buscan el dominio de ese territorio clave del Distrito Federal (DF) y el Estado de México: Los Zetas,La Familia Michoacana, los Beltrán Leyva y células de lo que fuera el grupo de Edgar Valdez, La Barbie. Estas organizaciones criminales son capaces no sólo de dejar tras de sí una larga serie de homicidios en su disputa, sino también de sembrar el terror en los habitantes de esa populosa zona de la entidad, proceso que no comenzó recientemente, sino hace cinco años: desde el 2007 sicarios de La Familia dejaron sentir su poderío. Por entonces el control del territorio lo mantenía una organización llamada Los Arellano —sin relación con los hermanos Arellano Félix—, dedicada al robo de automóviles, grupo que en algún momento se alió con la organización de la MaBaker, quien controlaba el negocio delnarcomenudeo en el Estado de México y al oriente del DF a finales de los años noventa. Fue al llegar La Familia a pelear la plaza cuando se impuso la ley de la violencia y de la corrupción: pronto comenzaron las ejecuciones de rivales, doblegaron a las autoridades y encontraron en los comerciantes y empresarios una fuente de ingresos a través de la extorsión y toda una economía del delito en la que se incluye el “pago de piso” para los delincuentes que quieran operar en la zona. En el transporte público los choferes de autobuses y colectivos comenzaron a pagar por protección para no sufrir los frecuentes asaltos, los cuales, sin embargo, continúan en toda el área.
Los Zetas también han dejado sentir su fuerza en el Estado de México. En los barrios de Neza o Ecatepec todos saben dónde se encuentran las “tienditas” del narcomenudeo,todos menos quienes disimulan y las dejan operar. La gente lo dice en la calle: “La policía siempre llega tarde”.
Esta violencia acecha ya a la zona metropolitana de la Ciudad de México. De acuerdo a información de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM), el grupo criminal La mano con ojos busca el control del mercado de la droga en el corredor Tlalpan-Huixquilucan, al sur del Distrito Federal, donde también se han dado violentas ejecuciones de narcomenudistas. Ese grupo criminal operó antes como grupo armado de los Beltrán Leyva y, tras la muerte de Arturo, las detenciones de Edgar Valdez Villareal,La Barbie, y José Gerardo Álvarez, El Indio, busca erigirse como el grupo criminal hegemónico en la zona.
Juan Carlos Vasconcelos, El Canas, acusado de asesinar a por lo menos 16 personas en Ciudad Nezahualcóyotl. Foto: Henry Romero/ Reuters.
MILES DE PUNTOS DE VENTA
En los últimos años el narcomenudeo se ha multiplicado en los municipios de Nezahualcóyotl y Ecatepec, aunque las cifras oficiales sobre el número total de “tienditas” de droga no se conozcan.
El oriente de la zona metropolitana es parte del corredor de la droga que se comercializa al entrar por Iztapalapa y llegar hasta el centro de la Ciudad de México, de donde se distribuye a distintas zonas de la urbe. Más allá de los episodios violentos y la temible actuación de sicarios como Juan Carlos Vasconcelos, El Canas, quien es acusado de encabezar un comando que en tres operaciones distintas asesinó a 22 personas en Iztapalapa y Nezahualcóyotl, está la lucha por el acceso a la capital. Para conquistarla, el municipio mexiquense resulta un punto estratégico debido a sus más de 100 cruces al DF, a su amplia infraestructura de vialidades para el transporte de la droga y a sus numerosas bodegas de almacenamiento.
La cocaína viene del sur. Una porción se distribuye en el creciente mercado capitalino y otra sigue su ruta rumbo al norte para cruzar la frontera y ser distribuida en las calles de las ciudades de Estados Unidos. Las rutas para ese traslado encuentran un importante enclave en esta zona de la geografía del altiplano del país: vía marítima la cocaína transita por el Pacífico, pero se traslada por tierra, después de cruzar la frontera con Guatemala e internarse en nuestro territorio. Así, quien controle la zona de Nezahualcóyotl, Valle de Chalco, Ixtapaluca y Texcoco, controlará las operaciones.
En suma, Iztapalapa, que está al lado de Neza, es una de las delegaciones con los mayores índices de criminalidad en la capital del país, y es también la entrada al que resulta el más importante corredor para la distribución de droga al menudeo en la ciudad. De acuerdo a información de la Secretaría de Seguridad Pública del DF (SSPDF), en esa demarcación hay mil 500 puntos de venta de droga al menudeo; mientras tanto, en las delegaciones Cuauhtémoc y Venustiano Carranza hay más de 900 y mil 512, respectivamente. Los vendedores pueden ser lo mismo taxistas o meseros de bar, e incluso hay servicio exprés de repartidores de droga a domicilio.
Las autoridades estiman que la geografía del narcomenudeo en el DF se extiende por más de cinco mil 700 “tienditas”. Las ganancias en la Ciudad de México van entonces de los cinco a los 20 mil pesos diarios por cada punto de venta. Una suma que, si se multiplica por el número de tienditas y por mes, resulta una cifra millonaria.
Pero la organización que imponga su control en el oriente de la Ciudad de México controlará también el que es un punto clave en la geografía del país para el tráfico de drogas: el aeropuerto internacional de la capital, además de otros negocios como la extorsión, el robo de automóviles y el secuestro. Existe una verdadera economía del delito en la que participan integrantes de los grupos del crimen organizado de manera directa al aplicar el cobro del derecho de piso para operar: las extorsiones son el amargo pan de cada día para muchos empresarios, comerciantes y hasta vendedores ambulantes en los municipios de Nezáhualcoyótl, Ecatepec, Atizapán y Chalco. Pueden ser los 10 mil pesos semanales cobrados al dueño de un bar en Neza o los 500 pesos diarios al tianguista, a quien sorprenden los extorsionadores al llegar a su casa: a unas cuadras del Palacio Municipal de Neza, grupos de jóvenes, presumiblemente armados, exigen la “cuota” de peaje a los choferes de camiones urbanos, colectivos y taxis.
Por años los grupos delictivos que hoy se disputan el control de la zona han operado con toda impunidad. La corrupción ha sido tan eficaz como las ejecuciones y las amenazas para las autoridades de todos los niveles, que prefieren mirar para otro lado: desde hace añosLa Familia y Los Zetas han operado en el Estado de México en la invisibilidad que logra el poder de las armas y el dinero.
Un grupo de sicarios atacó una camioneta en Ciudad Nezahualcóyotl y mató a sus dos ocupantes el primero de febrero de este año. Foto: Saúl López/ Cuartoscuro
LA ECONOMÍA DEL DELITO
Lo que ocurre en Nezahualcóyotl ilustra la crisis de seguridad pública que ha traído consigo esta verdadera guerra que ha arrojado 226 ejecuciones en el último año y 85 sólo en este municipio. Con más de un millón de habitantes y apenas 300 policías en las calles, no parece haber forma de enfrentar a las organizaciones criminales del narcotráfico, superiores en armamento, capacidad de fuego y hasta en número de integrantes. Como ha ocurrido en el norte del país y en Michoacán, a mediados de enero pasado el Ejército reforzó la vigilancia de los que son considerados los puntos más conflictivos de Neza, con patrullajes de unidades blindadas y un ostensible despliegue de hombres y armamentos.
La pregunta es si el reforzamiento de la vigilancia será suficiente para terminar con la presencia de los grupos del crimen organizado y con el control que han impuesto a través de la violencia, la corrupción y la generación de una verdadera economía del delito que se manifiesta de diversas formas: en el narcomenudeo, la extorsión, el secuestro y la singular renta que representa el pago del derecho de piso, además del asalto de tráileres en las carreteras próximas a la Ciudad de México. Más allá de las declaraciones de los distintos procuradores de justicia que desde hace años han negado la presencia de grupos del narcotráfico operando en la capital —sólo hay narcomenudistas, dijo Miguel Ángel Mancera hace apenas unos días—, allí están los hechos: la creciente violencia en la zona oriente de la metrópoli y la captura de personajes como Vicente Carillo Leyva, Reynaldo Zambada, José Jorge Balderas, El JJ y El Indio, todos vecinos de zonas residenciales del DF.