martes, 9 de agosto de 2011

Por qué esta crisis es diferente a la de 2008

09-08-11 | POLÍTICA

 Por qué esta 

crisis es diferente 

a la de 2008



La última debacle fue por malas inversiones de las entidades financieras de EEUU y Europa. Ahora se teme una vuelta a la recesión mundial en un marco de débil liderazgo político. La consecuencia es la misma
Crédito foto: AP


Luego de otro lunes negro, muchos vuelven a pensar en la crisis de 2008 y la caída de Lehman Brothers. ¿Estamos frente a la segunda parte de ese tsunami financiero? ¿Se repite la historia?

El panorama y las causas del problema son definitivamente distintos. 

El origen de la crisis anterior se debió a una burbuja inmobiliaria y un crédito hipotecario que no distinguió entre los que podían pagar y los que no. En paralelo, Wall Street se sumó al negocio especulativo de las hipotecas que terminó explotando.

Las entidades financieras se encontraron con deudores que no pudieron cumplir con sus obligaciones e inversores que apostaron por valores o títulos vinculados con un negocio hipotecario que dejó de serlo. En consecuencia, la crisis financiera desató la recesión.

Hoy, es otro el cuadro de situación. Los gobiernos de Europa y EEUU no lograron estimular sus economías y arrastran todas un serio déficit fiscal que les impide bajar impuestos para alentar el consumo. Tampoco pueden reducir más las tasas de interés porque están en 0% o lo sumo 0,25 por ciento.

El ajuste obligado para disminuir los déficit fiscales y no seguir aumentado el endeudamiento retiró al Estado de la economía. No hay incentivos para alentar el consumo y la red de contención social es menos generosa.

Desconfianza es la palabra que más se escucha en los círculos económicos. De allí que los inversores temen que los gobiernos se hayan quedado sin herramientas para evitar una nueva recesión. 

Esta vez los bancos y los mercados son las víctimas de la crisis y no los culpables como en 2008.  

Otra diferencia es que hace tres años, tras la explosión de la burbuja hipotecaria-inmobiliaria, se cortó el crédito y vino la recesión.

Ahora es todo lo contrario. Hay crédito barato y a las empresas les sobra el efectivo para pagar sus compromisos. Sin embargo, se muestran renuentes a contratar más personal y las nuevas inversiones son escasas.  

La solución también puede ser distinta. En 2008 los gobiernos tuvieron que lanzar programas con millonarias cifras para reactivar e inyectar liquidez en las economías y para salvar a las entidades financieras de la quiebra.

El Estado canjeó su auxilio por porcentajes accionarios en grandes nombres del mundo financiero como Citibank, AIG, Bank of America, Lloyds Bank, ING, entre otros.

Según datos del diario The Wall Street Journal, los gobiernos derramaron al sistema financiero cerca de US$ 1 billón. Los contribuyentes de todo el mundo terminaron pagando una crisis que nació del ansia de más ganancias de unos pocos.

Hoy, no es esta la salida. No hay falta de liquidez en los bancos. Las empresas informaron en los primeros dos trimestres balances con importantes crecimientos en sus ganancias.

El gran problema es la falta de confianza y de iniciativa política. El Banco Central Europeo tiene que comprar los bonos de la deuda de Italia y España para no que se sigan derrumbando.

Algunos reclaman más intervención de los bancos centrales y más inyecciones de fondos. Puede ser peligroso en un momento en que la inflación es una preocupación mundial.

La única salida parece ser que la clase política tome medidas que alienten el crecimiento económico. Reformas fiscales o laborales fomentarían la contratación de personal y el consumo.

De todas maneras, aprobarlas y ponerlas en práctica llevará tiempo. La mayoría de los líderes de las principales potencias convive con un parlamento en manos de la oposición y en consecuencia, están muy limitados en su margen de acción.

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