sábado, 13 de noviembre de 2010

La crispación me da mucho miedo

Cine

Luis García Berlanga: «El dolor me jode, pero morirme me jode más»

XL Semanal, el dominical que se vende con ABC, publica una entrevista en familia con el director de cine, un día después de su muerte 


Luis García Berlanga, con sus tres nietos: Jorge, Luis y Fidel, en su casa de Somosaguas
Es, posiblemente, el director de cine español más importante de todos los tiempos.

Sus películas -«Plácido»- ya eran nominadas a los Oscar en 1961 y batían récords de taquilla impensables -«La Vaquilla»- en los 80. Con 89 años Luis García Berlanga, ya no podía dirigir películas, pero decidió ponerse delante de la cámara por una buena causa: una campaña de Médicos sin Fronteras para concienciar sobre el dolor ajeno. Con ese motivo XLSemanal convocó esta semana no sólo al gran cineasta sino a toda su familia, hijos, nueras y nietos incluidos, para un encuentro-homenaje en el que entre todos repasan su vida y su obra en su casa de Somosaguas, Madrid.
«La crispación me da mucho miedo»
Berlanga, que seguía siendo tan incisivo y espontáneo como siempre, pese a las limitaciones para hablar que la edad y la enfermedad le había impuesto, apostillaba lo que de él se comenta con decisión y humor: «El dolor me jode, pero morirme me jode más», decía. Con igual desenfado se expresaba su mujer desde hace 56 años, María Jesús, que le recriminaba que no le dejase casarse de blanco: «Decía que era ridículo, cosas de intelectual». Berlanga se limitaba a sonreír, pero también tenía palabras para mostrar su inquietud por la actualidad: «La crispación política me da mucho miedo. Y ahora hay mucha. Como en el 36. La gente no sabe lo que hace».
En un tono más íntimo, hablaba su hijo mayor, José Luis, el único de la descendencia que se ha dedicado al cine y la televisión. Con él, aborda XLSemanal el delicado tema de la muerte de su hermano Carlos, compositor, músico y pintor, figura clave en la Movida, que sin duda fue el mayor mazazo para todos ellos. En definitiva, un encuentro único, una escena tan coral y «berlanguiana» como las películas del patriarca de los Berlanga.

 

 

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